Como ya sabemos, la leche materna es el mejor alimento para nuestro bebé, ya que contiene todos los nutrientes que necesita durante sus primeros meses de vida, es más fácil de digerir que la leche de fórmula, y posee anticuerpos que refuerzan su sistema inmunitario. Para la mayoría de las madres, dar de lactar es una práctica gratificante que las conecta con su bebé y además las ayuda a perder peso después del parto.
Sin embargo, dar de lactar no siempre es tan fácil como podría parecer, y puede llegar a convertirse en un gran desafío para muchas madres. Si se te está haciendo difícil, continúa leyendo y pon en práctica estos consejos:
Una de las claves para que la lactancia se establezca eficazmente en el recién nacido, es iniciarla dentro de las dos horas primeras horas después de su nacimiento. En este lapso de tiempo el pequeño se encuentra más despierto y su sentido de succión está más activo, por lo que aprenderá a hacerlo más rápido. Si se lo hace más tarde, el bebé estará cansado, habrá perdido el interés y le tomará más tiempo aprender.
No te sientas presionada ni te estreses si no puedes amamantar correctamente a tu bebé. Es perfectamente normal que cueste un poco al principio. Si lo necesitas, solicita la ayuda del personal de enfermería o médicos de la maternidad, quienes de seguro estarán gustosos en ayudarte.
Tu bebé nota tu tensión. Intenta relajarte y encontrar un lugar especial para alimentarlo sin interrupciones. Después le darás el pecho en cualquier momento y lugar, pero en los primeros días, trata de que sea una experiencia placentera para ambos. Sostén al bebé cerca de tu pecho sin inclinarte hacia adelante para llevar el pecho hacia su boca. Haz cosquillas con el pezón en el labio inferior del bebé para motivarlo a abrir la boca y succionar. Mantente atenta hasta escuchar un patrón rítmico de succión y deglución.
Durante las primeras semanas, la mayoría de los recién nacidos requieren ser alimentados cada dos a tres horas. Deja que el bebé se amamante completamente con el primer pecho y espera a que se “desenganche” solo. Luego, trata de que expulse los gases. Después, ofrécele el segundo pecho. Si aún tiene hambre, se enganchará del pecho. Si no, simplemente comienza la próxima toma con el segundo pecho.
Muchos bebés se sienten más tranquilos cuando están succionando algo, por lo que el uso de chupones suele ser una práctica común entre los padres. Sin embargo, esto puede interferir con el proceso de lactancia, por lo que se recomienda no utilizarlos hasta que la lactancia esté bien establecida, lo que suele ocurrir entre la tercera y cuarta semana después del nacimiento.
Después de cada toma puedes dejar que la leche se seque de forma natural en el pezón, pues ayuda a aliviar los pezones. Si tienes prisa, seca el pezón con golpecitos suaves. Si sale leche de los senos entre una toma y otra, usa discos absorbentes de lactancia y cámbialos con frecuencia. Cuando te bañes, evita que el jabón, el champú u otros limpiadores entren en contacto con los pezones. Si los sientes secos o agrietados, usa una crema con Lanolina después de alimentar a tu bebé.
Lleva siempre contigo una botella de agua fresca o zumo de frutas a donde vayas. Apenas comiences a amamantar, tu cuerpo empezará a necesitar hidratarse y comenzarás a sentir más sed de lo normal. El dolor de cabeza durante la lactancia es un síntoma de deshidratación.
Dar de lactar puede ser complicado al principio, pero no te desamines. Sé perseverante y paciente y verás como en pocos días tu bebé se irá adaptando y todo se irá sintiendo más natural. Si tienes dudas o si crees que tu bebé no está ganando el peso suficiente, convérsalo con su pediatra en la próxima consulta.